Julio SANDOVAL
30/04/2020
El niño observa al hombre enmascarado. Lo sigue con la mirada y escucha con atención lo que dice. El hombre se ve imponente, su larga barba y su cuerpo fornido hacen que parezca uno de esos rudos que no sueltan a su rival hasta que lo dejan tumbado en el ring. Pero su voz serena y sus palabras en favor de un ambiente de compañerismo y libre de acoso escolar hacen que no inspire miedo, sino confianza. El enmascarado, no tiene una entrada triunfal como el resto de los luchadores. Se presenta como el NoViolento, se acerca al niño y se destapa el rostro. Unos segundos después, el niño tiene cubierto el rostro con la máscara; este último sonríe, ahora tiene la responsabilidad de transmitir esas ideas que luchan contra la violencia. Heredar una máscara en la lucha libre es un acto casi religioso para quienes son parte de este deporte. Este privilegio es sólo para la familia, pues no sólo se hereda una prenda, también se heredan los colores, los símbolos y el cariño de la gente. Para el NoViolento la situación es diferente; aunque igual de simbolica, cualquier persona que reflexione sobre la violencia que ejerce y decida actuar de una forma, utilizando el diálogo, por ejemplo, puede heredar su máscara. Leer el articulo publicado en el sitio Lado B