Este es un principio moral muy difundido entre diversos pueblos. Por ejemplo: en el judaísmo se dice «lo que no quieras para ti no lo hagas a tu prójimo». Los jainistas: «el hombre debe esforzarse por tratar a todas las criaturas como a él le gustaría que le tratasen». O los sikhs: «trata a los demás como tú quisieras que te trataran». Entre otros. Se trata, pues, de una forma de ver y sentir a los demás, diferente a la que se da normalmente entre las personas. Es un principio antiguo que, todavía, tiene que hacerse realidad. Comencemos por nosotros mismos. El entendimiento de este principio nace de una sensibilidad donde nuestra “mirada” es diferente a la habitual. Si habitualmente no tratamos a la familia o al vecino sobre la base de este principio, ¿Cómo podemos hablar de mejorar a la sociedad y al mundo?