Nos recibe Rafael de la Rubia en su casa y nos acomodamos en un salón lleno de libros. Sobre la mesa un enorme libro ilustrado sobre la Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia que se organizó en 2010 y que, después de un larguísimo recorrido por todo el planeta, terminó a los pies del Aconcagua, en los Andes, en el parque histórico del humanismo universalista de Punta de Vacas. Aquella marcha, apoyada por gentes muy diversas −por científicos, artistas, políticos, representantes de cientos de culturas− y que fue recibida y apoyada personalmente por presidentes de distintos países, hoy es más recordada que nunca. Después se han hecho otras marchas, alguna regional en América Latina, y a nadie se le escapa que hoy más que nunca sería necesario desplegar esta bandera universal y sobre todo en Europa. A la marcha de tanques Leopard o de tropas invasoras habría que oponerle una descomunal marcha de buenas gentes que exigen el cese inmediato del conflicto, de todos los conflictos. El doble interés que nos despierta en este momento entrevistar a este viejo amigo humanista, no es solo por su militancia por la paz y la noviolencia, es también por su conocimiento personal de Rusia y su afecto y respeto hacia el pueblo ruso, un pueblo del que se está proyectando en este momento una imagen monstruosa y deformada…