EL VIEJO TOPO
02/10/2017
Mohandas Gandhi
Una serie de experiencias a lo largo de los treinta últimos años (de ellos, los ocho primeros en África del Sur) me ha confirmado que el porvenir de la India y del mundo depende de la adopción de la noviolencia. Es el medio más inofensivo y el más eficaz para hacer valer los derechos políticos y económicos de toda la gente que se encuentra oprimida y explotada. La noviolencia no es una virtud monacal destinada a procurar la paz interior, sino una regla de conducta necesaria para vivir en sociedad, que asegura el respeto a la dignidad humana y permite que progrese la causa de la paz, según los anhelos más fervientes de la humanidad. La primera exigencia de noviolencia consiste en respetar la justicia alrededor de nosotros y en todos los terrenos. No se puede ser noviolento de verdad y permanecer pasivo ante las injusticias sociales. La noviolencia no consiste en “abstenerse de todo combate real contra la maldad”, por el contrario, veo en la noviolencia una forma de lucha más enérgica y más auténtica que la simple ley del talión, que acaba multiplicando por dos la maldad. Contra todo lo que es inmoral, pienso recurrir a armas morales y espirituales. No deseo embotar el filo del arma que me presenta el tirano, utilizando un tajo más cortante todavía que el suyo; procuraré apagar la mecha del conflicto sin ofrecer ninguna resistencia de orden físico. Mi adversario tiene que quedar sujeto por la fuerza del alma. Al principio quedará desconcertado; luego tendrá que admitir que estar resistencia espiritual es invencible. Si se pone de acuerdo, en vez de sentirse humillada, saldrá de ese combate más noble que antes. Podría objetarse que es una solución ideal. Estoy totalmente de acuerdo. Leer el articulo publicado en el sitio El viejo topo