Por Esther Amelia Delvenne,
Según cuenta la cosmogonía wichí, las mujeres no nacieron de la Tierra como los hombres sino que, en los tiempos del monte joven, bajaban hacia ella por cuerdas de luz para recoger frutas y granos. Un día, los hombres de la tribu las descubrieron, cortaron las cuerdas y ellas jamás pudieron volver, aunque compartieron su sabiduría con el pueblo, y lo amaron como propio. En esa convivencia entre tensos equilibrios o fuerzas que se entrechocan, también viven las nepantleras², mujeres originarias mexicanas que se balancean entre bordes en estado de preguerra, mientras sus casas nunca están en lugares seguros. Como las personas queer o bisexuales que viven en el mundo heterosexual, o como las personas del campo que viven en las ciudades atrapadas entre las rajaduras del hogar y otras culturas. Así siguen viviendo las wichi y las nepantleras: entre grietas, en mundos que no son conocidos por el resto de las personas.
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Imagen de Lucía Prieto, Luciana Leiras/lavaca