por Manuel Ibarra Santos.
Ante los escenarios de múltiples violencias que sacuden a nuestra sociedad, improrrogable resulta sentar (con carácter emergente) los cimientos de una sólida cultura de paz, fundada en una educación en valores. Construir los rieles donde se pueda desplazar una enseñanza de esta naturaleza, es un imperativo categórico, que no se puede posponer, para no heredar a las futuras generaciones el estigma del horror del crimen y la violencia. La cultura de paz se traduce en un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, al ser humano y su dignidad, que pone en primer plano la protección de los derechos básicos de los ciudadanos, que rechaza la violencia en todas sus formas y refrenda su adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad y tolerancia, por lo menos así lo ha definido la UNESCO en su Declaración Sobre la Paz en la Mente de los Hombres.