Por Susana Rubio.
Hace unos días la selección española de fútbol femenino ganó la copa del mundo. El seleccionador, Jorge Vilda, se dirigió a los medios de comunicación diciendo: «Somos campeones del mundo«, una frase que generó muchas reacciones.
La RAE, esta vez, apoyó a las campeonas, aunque lamentablemente su respuesta no circuló como debería. En la red social X (ex Twitter), comentó: “En ese caso, al referirse a la selección femenina, integrada por jugadoras, es una licencia aceptable decir, en general, «somos campeonas del mundo», lo que permite expresar sin ambivalencia que lo que se ha ganado es el campeonato mundial de fútbol femenino y que todos nos sentimos integrantes de ese equipo, como una forma de empatizar al máximo con sus jugadoras”. Gracias RAE. Pero lo dejan claro: “es una licencia” que nos podemos dar el lujo de aceptar en esta situación, para “empatizar” con las jugadoras. Paternalismo puro, pero se agradece igual.
Las nuevas generaciones
El hecho de que ya no consideremos normal que se diga campeones cuando se trata de mujeres, es parte de un gran cambio que está operando en el mundo. Hasta hace poco, ni siquiera nos habríamos fijado en esto. Pero algo pasó ¿en los últimos 10 años?, que nos permite “ver” cosas antes invisibles.
Las nuevas generaciones trajeron un aire nuevo, está claro. Una nueva manera de percibir el mundo, un alto grado de rechazo hacia la violencia y una sensibilidad hacia los temas de género. Hay un gran clamor, que empezó (parece) con el famoso “Me too”, siguió con Las Tesis y que se expresa en estos momentos con la valiente rebelión de las mujeres iraníes al grito de “Femme, Vie, Liberté” (Mujer, Vida, Libertad), arriesgando en su lucha prisión, tortura, violaciones y ejecuciones[1]. Cito estos tres ejemplos, pero hay cientos más.
Estas nuevas generaciones nos aportaron, además, definiciones claras y concisas sobre temas de género y sobre lo que es abuso y/o agresión sexual, dando la oportunidad tanto a mujeres como a hombres de repasar sus vidas con una nueva perspectiva. Ya no es normal que te den un beso sin tu consentimiento, eso tiene un nombre: se llama agresión sexual. Y como el lenguaje crea realidades, eso ES una agresión. A pesar de que la justicia aún no acompaña este cambio, por lo menos ya está empezando a entrar en nuestras cabezas. Dejó de ser normal, el que cometió el acto se convierte en un agresor. Nos estamos alejando, cada vez más, del “no pudo contenerse, está en su naturaleza”.
Estas nuevas generaciones redefinen palabras, conceptos y cuestionan un lenguaje que, claramente, anula a las mujeres y a las divergencias sexuales.
Dos millones de mujeres y un solo hombre en un recinto y diremos “ellos”. ¿Qué pasaría si el género se aplicase, al número? Tres mujeres y un hombre, diríamos “ellas”. Obviamente el género masculino no lo aceptaría.
El cambio y evolución del lenguaje
Las mujeres somos el 50 % de la población mundial y, aun así, somos consideradas como ciudadanos de segunda clase. Esto se manifiesta en absolutamente TODOS los campos de actividad humana.
Bien, pero esto no es solo entre hombres y mujeres. Acá viene lo complicado: los “elles”, aquellos que, habiendo nacido con un sexo se reconocen de otro, los que no se sienten de ninguno, los que se cambiaron de sexo, los… infinitas posibilidades. También quieren sentirse reconocidos por el lenguaje. Y tienen razón.
Claramente surge la necesidad de ir hacia un lenguaje “no sexuado”, llamado “inclusivo” porque, como indica su nombre, no excluye, incluye a todas, todos y todes.
Hacia el siglo VIII a. C, los griegos crearon tres nuevos símbolos que añadieron a su alfabeto: fi, ji y psi (Ф, Χ, Ψ) y, sobre todo, crearon las vocales. Este cambio es considerado como uno de los factores principales que permitieron el surgimiento del pensamiento abstracto. ¿Qué quiere decir esto? Que sin estas vocales no habría sido posible la fundamentación de los teoremas matemáticos, la expresión de la filosofía, el pensamiento sobre el pensar, etc. Este cambio supuso una revolución de la que se ha beneficiado toda la humanidad. No voy a extenderme mucho sobre este tema, pero sirva de ejemplo para demostrar la importancia del lenguaje en nuestra historia.
El lenguaje no es algo fijo, desde sus inicios acompaña la evolución humana. Es más, es uno de los factores que permiten la evolución. Produce cambios en el cerebro, lo amplía, abre nuevos mundos mentales, hace crecer. Tomando referencia lo que produjo hace 10 siglos el añadir las vocales, podemos imaginar el impacto que tendría el lenguaje inclusivo en las sociedades futuras.
El tema del género
Pero la cosa no para aquí. Los jóvenes, que son los que mueven estas cosas, cuestionan que se nos defina por el sexo. Para ellos, existen más de 50 identidades de género. Es un tema muy interesante.
Habitualmente se nos define por las características sexuales con las que nacemos (hembra, varón). Nacer con los órganos sexuales femeninos, aproximadamente el 50% de la población mundial, automáticamente te convierte en individuo de segunda clase. Al nacer, llevas el estigma de “inferior”. Esto es muy discutible, pero lamentablemente es así. Y el lenguaje, al no considerarnos, al anularnos, fomenta esta discriminación.
Y vamos con casos más complejos. Existe un 1,7% de personas intersexuales en el mundo (110 millones de personas), que nacen con órganos reproductivos o sexuales que no se ajustan a lo que tradicionalmente se considera “masculino” o “femenino”. En un sistema donde se clasifica por hombres o mujeres, ¿dónde entran elles?
Es más: ¿qué pasa con quienes, habiendo nacido con un sexo se reconocen de otro, los que no se sienten de ninguno, los que se cambiaron de sexo, los…? Infinitas posibilidades.
Está claro que ya no podemos seguir clasificando a las personas en función de los órganos sexuales con los que nació. Y si lo seguimos haciendo por necesidades sociológicas, tenemos que incluir los intersexuales. Pero sobre todo está claro que cualquiera que sea tu condición al nacer, no puede seguir siendo un factor de discriminación.
En algunos casos se está proponiendo la opción “otros” para autodefinirse, es un avance. Pero ¿qué pasaría si el sexo ya no apareciese en el documento de identidad? ¿Si el sexo ya no definiese a las personas? Todos seríamos seres humanos, pares, personas.
Es interesante hacerse estas preguntas, difícil contestarlas, porque representan un cambio total en nuestra manera de ver las cosas, de “clasificar” a las personas. Porque si uno observase un poco sus pensamientos “mecánicos”, vería que permanentemente está clasificando, no solo entre sexos, también entre ricos y pobres, negros y blancos, altos y bajos, gordos y flacos, feos… En fin, de nuevo, infinitas posibilidades. Si observamos con un poco de atención, veremos que nuestro cerebro anda en eso permanentemente. ¡Vaya pérdida de tiempo!
¿La “e” o una nueva vocal?
Está claro: validar, aplicar, enseñar en los colegios el lenguaje inclusivo ayudaría a romper con las diferencias. Estamos todes incluides, todes somos parte de esta aventura. Interesante ¿no? Hacia eso vamos, hacia eso van las nuevas generaciones.
Como habéis podido comprobar, he escrito este texto sobre el lenguaje inclusivo usando el lenguaje exclusivo. Bien, hay una razón. Actualmente ha quedado la “e” (de todes, por ejemplo) como opción aceptaba ya en muchos ámbitos culturales, sociales y académicos. Eso está muy bien, vamos avanzando. Pero a mi humilde parecer, no resuelve el problema. La “e” no siempre es neutral. Por ejemplo, en el caso del futbol que señalé al principio, la “e” de “campeones” se refiere a lo masculino.
Así como los griegos inventaron las vocales, y así como en distintos idiomas del mundo existen otras vocales, creo que lo ideal sería inventar una nueva vocal, cuyo sentido sea claramente lo inclusivo. Un símbolo nuevo, una mezcla de aeo o bien otro símbolo que podría representar esta neutralidad: æ ø œ ʘ ԙ (existentes en otros idiomas). Si podemos crear símbolos nuevos para las monedas, ¿cómo no seremos capaces de inventar uno para la inclusión?
Hacia la Nación Humana Universal
Me parece muy importante apoyar el lenguaje inclusivo y lo considero una pieza clave para la evolución hacia un mundo más interesante. Podría favorecer el salto de conciencia tan necesario para salir de la violencia. Es más (siendo un poco soñadores) podría ser que, al propiciar un mundo paritario a través del lenguaje, nos estemos acercando más a la Nación humana universal[2], no-violenta, diversa, paritaria y colectiva, donde el ser humano sea lo central, independientemente del género, del color de piel o de otras características. El Ser humano ha crecido, el ropaje le quedó chico, el lenguaje también.
[1] Importante precisar que muchos hombres jóvenes y familiares de estas mujeres están apoyando el movimiento, siendo ellos también encarcelados, torturados y ejecutados.
[2] Ideal de convergencia de todos los pueblos y culturas, basada en la diversidad y en la aplicación concreta de la actitud humanista. El concepto de Nación Humana Universal se expresa en el trabajo de Silo por primera vez en el libro Humanizar la Tierra, en el capítulo dedicado al estado del libro El Paisaje Humano.