Luis Carlos MUÑOZ SARMIENTO
03/04/2018
Es posible, en estos tiempos convulsionados, de inquietante inquietud, el nombre Martin Luther King Jr. (MLK) les diga poco a los jóvenes e incluso a quienes tienen hoy entre 40 y 60 años. Mirada a la distancia su vida parece seguir siendo la del niño negro de actitud reservada, estirada e indiferente; la del joven digno de bajo perfil más que de baja estatura; la del pulcro y regordete religioso oficiador de misas algo intrascendente; aunque también, por contraste, la del hombre que resistiendo llegó a ser portada de Time en 1963, lo que no habla bien de la revista sino del héroe que la historia oficial gringa convirtió en anti-héroe; la de quien proponiendo alternativas al racismo, a la discriminación, a la injusticia y, claro, a la xenofobia, terminó por recibir un justo Nobel de Paz, no de Guerra, como el que ahora se da (1); en fin, la del político “blando” frente al Stablishment y, por ello, en teoría, ubicado en las antípodas del radical Malcolm X (2). De cuya ruta se ha dicho si es un sueño inacabado o una labor cumplida: aquí se hablará de ambos pues no es posible hablar de uno sin la otra. Ningún viaje lleva a un destino concreto, sino a nuevas formas de ver el mundo. Leer el articulo publicado en el Sitio Rebelión