Mercenarios de la lucha no violenta

Mercenarios de la lucha no violenta

Mercenarios de la lucha no violenta

31 enero 2020

Ana OTASEVIC
31/01/2020

Desde finales de la Guerra Fría poderes sólidamente arraigados han de hacer frente a un nuevo método de desestabilización: una resistencia sustentada en la no violencia activa. De Belgrado a El Cairo, de Caracas a Kiev, o últimamente en Bolivia, la trayectoria de un reducido número de estudiantes serbios recuerda el papel que puede desempeñar una vanguardia determinada. Pero, ¿en nombre de qué ideas y con qué apoyos?Esta saga empieza un día de otoño de 1998 en un café del centro de Belgrado. La mayoría de los jóvenes allí presentes se han curtido en las manifestaciones estudiantiles de 1992 y en las de 1996 y 1997. Con la fundación del movimiento Otpor! (“¡Resistencia!”) ahora quieren provocar la caída del presidente yugoslavo Slobodan Miloševic, en el poder desde 1986, que en ese momento ha retomado el control de las universidades. Para impresionar a una chica del movimiento, uno de los estudiantes, Nenad Petrovic Duda, esboza en un papel un puño alzado negro. Una mañana de noviembre, aparecen en los muros del centro de la ciudad pintadas estarcidas con el símbolo de Otpor! acompañadas de lemas contra el régimen. Cuatro jóvenes militantes son detenidos y condenados a quince días de prisión. La portada del periódico Dnevni Telegraf reproduce la imagen del puño alzado. Su redactor jefe, Slavko Curuvija, es citado ante el tribunal. “Otpor! apareció como una fuerza nueva. Nos hicimos famosos muy rápido por el juicio”, cuenta Srda Popovic, estudiante de Biología Marina y músico que antes de lanzarse a la política soñaba con convertirse en estrella del rock. Esta “fuerza” contaba al principio con unos treinta estudiantes. Un año después, miles de personas blandían el símbolo de Otpor! por todo el país. “Montamos la infraestructura en las universidades muy deprisa. Los partidos en la oposición estaban divididos. Los jóvenes venían a nosotros”, explica el cofundador del movimiento. Leer el articulo publicado en el sitio Le Monde diplomatique > via el sitio Rebelión

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