Muy a menudo, la palabra no violencia evoca la imagen de personas buenas que no le hacen daño a los demás y que, en general, prefieren evitar los conflictos. Se asocia la no violencia a una forma de pasividad, a no ser violento, o incluso a renunciar a hacer valer los propios derechos y razones. Ello está muy lejos de la filosofía y la práctica de la no violencia. En efecto, la lucha no violenta permitió a la India liberarse del sangriento colonialismo británico, a los negros de América el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales, a los daneses oponerse al nazismo y, más recientemente, a la República Checa impedir la instalación de una base militar que Estados Unidos quería imponer contra la voluntad de la mayoría de la población.