Dario Ergas.
Santiago de Chile, 12 de agosto de 2009.
Es difícil el tema, pido en mi interior para que la inspiración envuelva a las palabras y a nuestro entendimiento.
Cuál es el problema. Si me atacan, si me vejan, si estoy sujeto a agresiones de todo tipo, cómo puedo defenderme de ellas sin la violencia. Cómo puedo frenar una fuerza si no contrapongo otra fuerza similar. Si un poder quiere aplastarme a mí, o a mi grupo, además ese poder me difama por los medios de comunicación, que otra me queda que detener esa violencia de algún modo. Cómo puede hacer lo débil para enfrentarse a la violencia del fuerte.
Nadie quiere la violencia, pero como la violencia es ejercida sobre uno, su utilización queda siempre justificada. La violencia para frenar la violencia tiene un vaho de legitimidad. “La No Violencia está bien para cuando estemos entre gente civilizada, pero mientras tengamos al frente unos trogloditas, quédese, callado señor no violento, y déjenos poner orden al desorden”, escuchamos decir. Creo que este es más o menos el tema en cuestión. Cómo ser no violento en medio de un mundo violento.