Por Enrique de Artero.
Comenzaré expresando mi indignación por cómo se nos exige a la ciudadanía estar siempre dispuesta a tomar decisiones de gran calado cuando no se nos dan instrumentos suficientes para hacerlo. ¿Acaso somos conocedores de la información suficiente que nos ubique de modo adecuado ante la realidad del conflicto que estamos viendo que se está viviendo en Ucrania? ¿Recuerda alguien, tan siquiera, que fue allí, en su capital Kiev, donde no hace aún ni diez años que los chicos de «La Roja» se trajeron el tercer título europeo de selecciones nacionales de fútbol masculino? Estar de parte es sencillo en este caso: un país soberano (sin provocación aparente) ha sido agredido por un tercero, luego hay que acudir en su auxilio del primero. Pero, ¿cómo lo hacemos?