Por Mauricio Herrera Kahn,
Cuando el continente más saqueado despierte, temblarán los cimientos de la historia.
África no es pobre. Es un continente empobrecido. Durante siglos, sus recursos han sido extraídos, traficados, apropiados y vendidos en nombre del progreso europeo y del desarrollo occidental. Pero detrás de cada mina de coltán, detrás de cada plantación de cacao, detrás de cada pozo petrolero, hay una historia de despojo que no ha terminado. Los noticieros muestran hambre, guerras y epidemias. Pero casi nunca explican que esas guerras tienen financistas, que ese hambre tiene un origen colonial y que las epidemias surgen en territorios devastados por empresas extractivas. África no colapsó sola. La hicieron colapsar.