El jueves 30 de enero, miles de escolares, repartidos por todos los centros del Estado, van a celebrar múltiples actividades con motivo del Día Escolar de la No Violencia y la Paz. Rememorando el fallecimiento de Mahatma Gandhi, líder pacifista que defendió y promovió la no violencia y la resistencia pacífica frente a la injusticia. Una celebración que fue instaurada en 1964 por el poeta mallorquín Llorenç Vidal, para recordar, al menos una vez al año, que los centros educativos son, y si no lo son, pueden llegar a serlo, espacios clave para la construcción de la paz.
La educación para la paz es un contenido transversal que se trabaja en las aulas de nuestros centros educativos a diario. Así lo recogen las disposiciones de la ONU, desde la creación de la UNESCO en 1945, o las leyes españolas como la de “Fomento de la Educación de la Cultura de la Paz” de 2005 o la LOMLOE, la ley orgánica de Educación vigente, en la línea que lo hacían sus antecesores textos legales, recogiendo como principios y contenidos transversales de la Educación, la educación para la paz y la no violencia, la educación en derechos humanos, o la educación para la convivencia, el respeto, la prevención de conflictos y la resolución pacífica de los mismos, así como para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, o el rechazo a la guerra.