Silo, El Ateneo. Madrid, España,
3 de noviembre de 1989
El 2 de mayo de 1916, Ortega presentaba aquí, en Madrid y en el Ateneo, a Bergson. En esa oportunidad explicaba que esta sociedad, el Ateneo, era una institución de cultivo y de culto de las ideas. Siguiendo ese punto de vista, es que nosotros vamos a hablar aquí, en el Ateneo, no de literatura como aparentemente propone la naturaleza del libro que presentamos, no de cuentos o narraciones (que constituyen el material de este trabajo), sino de las ideas de las que parten esos cuentos y esas narraciones.
Desde luego, no estamos diciendo que cuando se trata un tema literario las ideas están ausentes sino que, generalmente, es el enfoque estético el que prima. A veces se examina el aspecto formal de la obra y, desde luego, su contenido. El autor pasa revista a sus vivencias y nos acerca a su biografía, a su sensibilidad y a su percepción del mundo. ¿En qué sentido, entonces, hablaremos de ideas? Lo haremos en tanto esta producción es la aplicación práctica de una teoría de la conciencia en la que la imagen, en cuanto fenómeno de representación, tiene especial relevancia. Es cierto que tendremos que decir unas cuantas cosas previas, sobre todo para quienes no han tenido en sus manos el libro que hoy comentamos, pero esas cosas no afectarán, seguramente, la transmisión de esa estructura de ideas, de esa teoría que hemos mencionado.