Contexto

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9 febrero 2021

La violencia contamina al ser humano en todos los campos de actividad de la vida social. No solo la sociedad está sobrepasada por las violencias físicas, económicas, raciales, religiosas, sexuales, psicológicas o institucionales que ella genera, sino que con frecuencia tiende a resolver esta violencia mediante la violencia. Las desigualdades socio económicas se están intensificando, creando una brecha vital y amoral entre minorías privilegiadas y poblaciones cada vez más numerosas y empobrecidas, por lo que es previsible el aumento de las reacciones violentas. Aunque denunciada y experimentada como una lacra social, la violencia se ha normalizado en la sociedad y está basada sobre creencias, valores e ideas preconcebidas que hacen con frecuencia considerarla como natural, lo que permite legitimarla.

Sin embargo, la violencia no es propia de la naturaleza humana, sino que se aprende como lo declaró el Humanismo Universalista en 1981, la UNESCO en 1989 y la OMS en 2013; también lo demuestran las investigaciones de eminentes biólogos y genéticos hace más de 30 años. Es necesario examinar los prejuicios que permiten legitimar la violencia y poner en evidencia las raíces psicológicas, sociales y culturales sobre las cuales se fundamenta. Para desactivar la violencia y no entrar en su espiral destructiva es necesario aprender a resistirla, canalizarla y pararla, así como rechazar sus diferentes formas de expresión en la sociedad.

NO-VIOLENCIA ACTIVA

La no violencia a menudo se desacredita o incluso se la ignora intencionadamente porque pone en tela de juicio los fundamentos violentos en los que se basa la sociedad actual. Es necesario comunicar sus beneficios y la esperanza que representa para la humanidad por su incitación a la coherencia personal, sus puntos de vista y su dirección hacia un mundo donde sea posible vivir juntos en paz. Apoyamos a cualquier persona o colectividad que desee proponer la no-violencia activa en su propio entorno a través de conferencias, talleres y producciones escritas y audiovisuales.

Poner fin a la violencia representa una gran dificultad debido a su profunda sedimentación en el interior del ser humano y en las estructuras sociales que este ha generado. Cada cual puede encontrarse en una situación de dependencia en relación con uno o varios tipos de violencia. Esta adicción se manifiesta por la repetición de ciertas conductas nocivas, incluso aun cuando uno está motivado para cambiarlas e incluso si se hace esfuerzos para no caer en ellas.Las violencias repetidas de manera regular pueden tornarse crónicas. Razón por la cual una práctica sostenida, en un contexto comprensivo, es muy necesaria para romper con los funcionamientos que generan violencia ”.
Extracto del libro “Violencia, conciencia, no-violencia”, Philippe Moal, Nueva Economía Social Editorial, 2018

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